sábado, 13 de noviembre de 2010

Sobre antipatías y amor.

En ocasiones, sin mayor lógica, simplemente surge en mí la antipatía. El objetivo de este sentimiento es diverso y las razones, solo en parte, desconocidas.

Recuerdo como primer objetivo a Shakira en sus inicios, pues una vez convertida a rubia, en el mercado americano y comprometida con De La Rua, los motivos originales se desvanecieron y actualmente me agrada bastante su música. Otro es el caso de Ricardo Arjona, no me agrada, me resulta insufrible como personaje aunque no puedo negar que me he dejado llevar por la armonía de algunas de sus canciones. Luego está Paulo Coelho, es diferente, no me llama la atención. Sé que es un creador de best-sellers y muchas personas han sido influenciadas por su obra. Yo, lo evito. Cuando intenté leer algunas líneas suyas me resultó aburrido, en realidad me pareció familiar. Lo que él escribe me parece haberlo leído miles de veces antes en otras fuentes. Por lo mismo, concluí que resulta bueno que lo lea tanta gente pues ¿de qué otro modo llegaría a ellos tanta información que es seguro, no andan buscando?

Es bastante difícil abstraerme de mis prejuicios, ya que a menudo son solo un sentimiento y no le encuentro sentido. Lo peor ha sido el caso Deepak Chopra. ¿Es un líder espiritual? Debe serlo, e imagino que algunas de sus enseñanzas podrían tener mucho de razón. Pero de todos los anteriores es el que más me inspira aversión, como si entre sus profundos ojos delineados llevara marcado el sello del Dólar. ¿Debería hacer un esfuerzo y leer más sobre su obra? No he podido y no tengo intenciones de hacerlo en el corto plazo. Es más difícil que el caso Coelho, del cual al menos conozco que escribe tiernas historias y algunos fragmentos suyos me resultan simpáticos y acertados.

Siguiendo esa costumbre he evitado leer a Osho. No lo he evitado realmente porque no sabía nada de él, pero pudiendo elegir uno de sus libros he preferido cualquier otro. Recién hoy supe que es una persona, al investigar su nombre escrito al final de un texto que me resultó esclarecedor. Ese texto es el que comparto hoy, en parte porque no quiero perderlo y por si se me antoja volverlo a leer.


Es complicado amar a la gente real, porque una persona real no va a cumplir tus expectativas. No es su deber.
Nadie está aquí para cumplir las expectativas de otra persona, tiene que vivir su propia vida. Y cuando hace algo que va contra ti o no se ajusta a tus sentimientos, a tus emociones, a tu ser, se complica.

Es muy fácil pensar en el amor, pero es muy difícil amar.
Es muy fácil amar a todo el mundo. La verdadera dificultad es amar a un solo ser humano.
Es muy fácil amar a Dios o a la humanidad. El verdadero problema surge cuando conoces a una persona concreta, chocas con ella.
Chocar con ella es ir a través de un gran cambio, y es un gran desafío.

No va a ser tu esclavo y tú tampoco vas a ser su esclavo. Ahí es donde surge el verdadero problema. Si tú vas a ser esclavo o el otro va a ser esclavo, entonces no pasa nada. El problema surge porque nadie quiere hacer de esclavo, y nadie puede ser un esclavo.
Todo el mundo tiene libre albedrío... el ser consiste en libertad. El hombre es libertad.

Recuerda, es un problema real, no tiene nada que ver contigo personalmente. Este problema tiene que ver con el fenómeno del amor. No lo conviertas en un problema personal, si no, te meterás en un lío. Todo el mundo tiene que hacer frente, más o menos, al mismo problema. Nunca me he encontrado con nadie que no tenga dificultades en el amor. Tiene algo que ver con el amor, con el mundo del amor.

La misma relación te lleva a situaciones en las que surgen problemas... y es bueno pasar a través de ellas.
En Oriente, al ver las dificultades que entrañaba, las personas se han escapado. Empezaron a negar su amor, a rechazarlo.
Se convirtieron en personas sin amor pero lo llamaban falta de apego. Poco a poco, se quedaron mortecinos.
El amor casi desapareció de Oriente y sólo quedó la meditación.

Meditación significa que te sientes bien en tu soledad. Meditación significa que sólo estás emparentado contigo mismo.
El círculo está completo contigo; no necesitas salirte de él. Por supuesto, el noventa y nueve por ciento de tus problemas se resuelven, pero a un precio muy elevado. Ahora tendrás menos preocupaciones. El hombre oriental tiene menos preocupaciones, menos tensiones... vive casi en su propia cueva interna, protegido, con los ojos tapados. No permite que se mueva la energía. Hace cortocircuito... basta un pequeño movimiento de energía dentro de su ser para que se sienta feliz. Pero esta felicidad está un poco muerta. Su felicidad no es júbilo, no es alegría.

Como mucho, puedes decir que no es infelicidad. Como mucho puedes decir algo negativo, como decir que estás sano porque no estás enfermo.
Pero eso no es tener mucha salud. La salud debería ser algo positivo, tener brillo propio, y no sólo ser una ausencia de enfermedad. En ese sentido, incluso un cuerpo muerto está sano, porque no tiene enfermedades.

En Oriente hemos intentado vivir sin amor, renunciar al mundo que significa renunciar al amor , renunciar a la mujer, renunciar al hombre, a todas las oportunidades en las que puede florecer una flor. Los monjes jainistas, los monjes hinduistas, los monjes budistas, no pueden hablar con una mujer si están solos; no pueden tocar a una mujer, ni siquiera pueden verse cara a cara. Cuando una mujer les viene a pedir algo, tienen que bajar la mirada. Tienen que mirarse la punta de la nariz para no ver a la mujer ni por equivocación. Porque, quién sabe, quizá se despierte algo... y en las manos del amor, uno es casi impotente.

No se quedan en casa de la gente, y no se quedan mucho tiempo en el mismo lugar porque es posible que surja el apego, el amor. De modo que se van moviendo, vagando y evitando todo tipo de relaciones. Han alcanzado una cierta cualidad de quietud. Son personas que no se alteran, no les atrae el mundo, pero no son felices, no celebran.

En Occidente ha pasado exactamente lo contrario. La gente ha intentado encontrar la felicidad por medio del amor, y esto ha sido la causa de muchos problemas. Han perdido el contacto consigo mismos. Se han alejado tanto de sí mismos que no saben cómo volver. No saben dónde está el camino, dónde está su casa. Se sienten insignificantes, desamparados, y siguen haciendo esfuerzos de amor con aquella mujer, con aquel hombre: heterosexual, homosexual, autosexual. Lo intentan de todas las maneras pero se sienten vacíos, porque sólo el amor te puede hacer feliz, pero no hay silencio en él. Y cuando hay felicidad no hay silencio; sigue faltando algo.

Cuando eres feliz sin silencio, tu felicidad será como una fiebre, una excitación... mucho ruido y pocas nueces. Ese estado febril creará mucha tensión dentro de ti y no conseguirás nada, sólo correr, perseguir. Y un día te das cuenta de que todo ese esfuerzo no tiene sentido porque estás intentando encontrar al otro, pero todavía no te has encontrado a ti mismo.

Los dos caminos han fracasado. Oriente ha fallado porque intentó la meditación sin amor. Occidente ha fallado porque intentó el amor sin meditación. Mi labor consiste en darte una síntesis, un conjunto, que significa amor más meditación. Uno debería ser capaz de ser feliz solo, y también debería ser capaz de ser feliz con alguien. Uno debería ser feliz dentro de sí mismo, y también debería ser feliz en las relaciones. Uno debería tener una casa bonita por dentro y por fuera. Deberías tener un hermoso jardín rodeando tu casa, y también un bello dormitorio. El jardín no se opone al dormitorio; el dormitorio no se opone al jardín.

La meditación debería ser un refugio interno, un altar interno. Siempre que sientas que el mundo es demasiado para ti, puedes ir a tu altar interno. Puedes darte un baño en tu ser interno. Puedes rejuvenecer. Puedes salir resucitado: de nuevo vivo, joven, renovado... para vivir, para ser. Pero también deberías ser capaz de amar a la gente y hacer frente a los problemas, porque un silencio impotente que no puede hacer frente a los problemas no es un gran silencio, no vale mucho.

Sólo debes anhelar y desear un silencio que pueda hacer frente a los problemas pero siguiendo en silencio.
Me gustaría decirte estas dos cosas: primero empieza a meditar... porque siempre es bueno empezar desde el centro más cercano de tu ser, y es la meditación. Pero no te quedes atascado ahí. La meditación debería transformarse florecer, abrirse y convertirse en amor.

No te preocupes, no lo conviertas en un problema, no lo es. Simplemente es humano, es natural. Todo el mundo tiene miedo, tiene que ser así. Pero la vida funciona de manera que tienes que tener miedo. Las personas que pierden el miedo, no lo pierden porque se vuelvan valientes, ya que una persona valiente sólo está reprimiendo su miedo; en realidad, no es que no tenga miedo. Una persona pierde el miedo cuando acepta sus miedos. No es una cuestión de valentía. Simplemente es analizar los hechos de la vida y darse cuenta de que es natural tener miedo. ¡Uno acepta los miedos!

El problema surge cuando quieres rechazarlos. Te han enseñado unos ideales ególatras: «Sé valiente. » ¡Qué tontería! ¡Bobadas! ¿Cómo puede un hombre inteligente evitar tener miedo? Si eres estúpido no tendrás miedo. El conductor del autobús toca la bocina mientras tú estás en medio de la calle, sin pasar miedo. O te va a embestir un toro y tú estás ahí de pie, sin pasar miedo. Pero ¡eres estúpido! Un hombre inteligente tiene que apartarse del camino.

Si te conviertes en un adicto y empiezas a buscar serpientes en un matorral, entonces tienes un problema. Si no hay nadie en la carretera pero tienes miedo y sales corriendo, entonces tienes un problema; si no, el miedo es algo natural.

Cuando digo que pierdas el miedo, no me refiero a que no habrá temores en la vida. Llegarás a darte cuenta de que el noventa por ciento de los miedos son pura imaginación. El diez por ciento son reales, y tienes que aceptarlos. No convierto a la gente en valientes. Los vuelvo más receptivos, sensibles, atentos, y su atención es suficiente. Se dan cuenta de que sus miedos también pueden servir de peldaños. No te preocupes, ¿de acuerdo?

- Osho -


lunes, 11 de octubre de 2010

Historia de un Caminador


¡Otra vez don Ricardito hizo de las suyas! Así comentaba la casera del mercado a cada clienta que llegaba. No hacía mucho que la esposa de don Ricardo la había puesto al tanto de las últimas noticias sin importarle lo mal que hacía quedar a su esposo, y ciertamente lo mal que ella misma quedaba, aunque se podría suponer que lo primero era lo que deseaba y lo segundo no le importaba siempre que ella quedara como la víctima.

Ebrio recurrente y hablador sin igual, don Ricardo había colmado al extremo la paciencia de su familia, y esta vez los golpes no se habían hecho esperar. Nuevamente surgieron planes de internarlo por la fuerza en un centro para alcohólicos. No era posible, comentaban, que hubiera golpeado a su nieto. Nada justificaba que en un arranque de ira, borracho, lo hiciera a un lado con brusquedad. La madre había reaccionado violentamente y como no había sido la única testigo, entre todos le dieron duro.

El joven Ricardo jamás imaginó llegar a viejo. Sus planes para el futuro eran sueños fabulosos de una vida fabulosa que, por derecho, el mundo le otorgaría. Pero a la abundancia de la juventud le había sucedido la carencia y el infortunio. El hombre que se había acostumbrado a rodearse de empresarios sintiéndose uno de ellos, sin serlo; que acostumbraba enseñar la billetera repleta de dólares, aunque no fueran todos suyos; que hacía de todos un amigo para servirse de ellos; que presumía de la belleza de sus hijos comparándolos con los de otros; despertó un buen día y se vio a sí mismo como un viejo, sin casa, sin empleo, sin mujer que lo amara, sin hijos que lo respetaran, sin amigos.


Don Ricardo pasó por el mercado un par de semanas después. Como era su costumbre cuando estaba “sano” y tenía algo de dinero, hacía las compras para el almuerzo dominguero que él mismo prepararía. Saludó a la casera y comentó algunas noticias que la distrajeran, le hizo una broma y ambos rieron. Mas allá otro casero le preguntó porqué no lo habían visto en días. La respuesta, mitad verdad mitad no tanto, fue que un amigo lo había llamado para un trabajo que le tomó varios días resolver. Su amigo era un importante empresario, conocido de fulano, importador/exportador, dueño de esto y de lo otro, se conocían de años.


Cuando joven, don Ricardo era un gran contador de historias; siempre captaba la atención con sus anécdotas, las que a menudo salpicaba con ironía o sarcasmo. Siendo además un gran “caminador”, conocía de muchas cosas. Sabía dónde y cómo conseguir lo que cualquiera de sus amistades pudiera necesitar, así que ¡vaya que sí lo buscaban! En cuanto a dinero, aunque pecaba de presumido, nadie que lo hubiese conocido podía negar su pródiga generosidad. Cuando estaba de buen humor podía dar espléndidas propinas a sus menores y, siempre que se le antojaba, engreír a los más pequeños.


Don Ricardo no quiere pensar en el pasado y menos en el futuro. Cuando frecuenta a sus amigos de cantina obtiene de ellos la atención y el respeto que le niega su hogar. Es un hombre que entre aquellas gentes sobresale porque ha vivido mucho, sabe de todo y aún es buen conversador, aunque en lugar de fino sarcasmo ahora su plática se encuentre teñida de ácidas críticas y malintencionados comentarios.



La vida no resultó como él imaginó que sería, cuentan que nunca pensó llegar a viejo. Don Ricardo nunca se preocupó del futuro y, a estas alturas de la vida, no se le ha ocurrido comenzar a hacerlo.

martes, 2 de febrero de 2010

Conversación en un taxi sobre lo ocurrido en Cusco

El viernes último, mi familia y yo aún estábamos consternados e indignados por los sucesos ocurridos durante la semana en Cusco debido a las lluvias. Aunque ante la proximidad de la fiesta de la Candelaria, nuestra preocupación se iba enfocando en la posibilidad de lluvias en Puno, destino al cual la menor de mis hermanas asistirá por tercer año consecutivo para danzar su tan apreciado Caporales.


Es así que esa mañana antes de salir a trabajar, mi otra hermana señaló con preocupación que en las noticias ya mencionaban las lluvias azotando el departamento altiplánico. Por mi parte, consideré el asunto y no me quedó más que desear que no hubiera mayor problema, pues resultaría muy difícil evitar el viaje de la menor.


Casi una hora después, estaba yo en el paradero deseando que un taxi colectivo apareciera antes de que fuera demasiado tarde. El tiempo pasaba y no solo ningún colectivo aparecía sino que tampoco estaban ninguna de las otras chicas con las cuales me uno para compartir taxi en ocasiones similares. Un señor, que al parecer también tenía prisa, me preguntó hasta donde iba y a continuación propuso compartir uno. Dadas las circunstancias acepté de inmediato, aunque el costo entre los dos sería mayor que entre los usuales cuatro. Cuando por fin un taxi accedió a llevarnos después de regatear un poco, el señor en cuestión, amablemente me indicó que solo debería pagar el costo acostumbrado de un taxi colectivo.


Fue apenas nos acomodamos en el auto que me di cuenta de la buena disposición del señor para la charla, pues estando él sentado adelante y yo detrás, se acomodó en su asiento como para continuar el intercambio de palabras por algo más que unos minutos.


Así supe que era operador turístico, había llegado esa misma mañana del Cusco y la conversación inició con el asunto del problema en Aguas Calientes o Machu Picchu Pueblo. Mostraba al mismo tiempo su enojo y rechazo al decir que no contamos con helicopteros y que de no ser por los países que apoyaron no se habría logrado nada en cuanto a rescate. Además, agregó que era cierto, los primeros rescatados fueron "gringos" y europeos mientras que las dificultades fueron mayores para evacuar a los grupos de turistas latinoamericanos, entre ellos algunos de su equipo.


A continuación me habló de la existencia de una alternativa al acceso a las ruinas. Estaba convencido que un servicio de turismo guiado en buses, acondicionados con todas las comodidades, podría recorrer la ruta desde la ciudad del Cusco en lugar del tren. Se lamentaba que no se pueda contar con una carretera de esas condiciones.


Entonces mencionó algo que no había escuchado antes e ignoro cuánto habrá de verdad. Según este señor Keiko Fujimori es accionista de PeruRail y hace años, durante el gobierno de su padre, hubo la posibilidad de construir una carretera en esa ruta, por una zona que no está al borde de los cerros y sin peligro de derrumbes (mencionó un nombre que comenzaba con Huay.... o algo similar, pero no soy buena reteniendo detalles).


En aquél tiempo, según dijo, no solo fueron los de PeruRail los que evitaron la construcción de la vía alternativa, al parecer con el beneplácito del gobierno de turno, sino también los hoteles del lugar. Estos últimos porque procuran mantener el mayor tiempo posible a los turistas en la zona de Aguas Calientes y Machu Picchu, pues si hubiese una ruta alternativa los turistas podrían llegar y retirarse sin pasar la noche en el lugar.

Además agregó, sería conveniente para el turismo establecer horarios de entrada para grupos que no sobrepasen el máximo permitido de turistas en el lugar. Me explicó que no está permitido tener mas de cierta cantidad de turistas al mismo tiempo en el complejo arqueológico (me parece que eran dos mil), por lo cual solo ingresa esa cantidad como máximo cada día. Sin embargo si establecieran horarios, entraría un grupo por esa cantidad como máximo y luego saldría para que ingresara el siguiente, y así hasta tres o cuatro grupos por día. Los cuales, por supuesto, llegarían en un trayecto de ida y vuelta, en los buses que propuso antes, permaneciendo solo un par de horas visitando las ruinas.


Como no hay malo que por bien no venga, según reza un antiguo dicho, los beneficiados indirectos con el desastre en Cusco fueron los arequipeños. Como este señor viaja todo el tiempo, también había estado en la blanca ciudad. Llegando del aeropuerto se había dirigido a uno de los hoteles con los que acostumbra trabajar, tan solo para pedir una habitación que le permitiera asearse. Le dijeron: 'No se puede hermanito, estamos llenos'. Haciendo sus averiguaciones descubrió que Arequipa estaba ocupado en lo que el consideraba un 99% de su capacidad.


Esto se explica pues Arequipa está en camino a Cusco. Debido a que el circuito turístico en la ciudadela inca fue cerrado, aquellos que se encontraban en Arequipa al momento del desastre optaban por permanecer ahí. Mientras, aquellos que estaban recién llegando al país y ya no tienen la oportunidad de visitar Machu Picchu, también estaban siendo derivados solo hasta Arequipa. El mismo señor del taxi estaba en Lima en espera de un grupo que venía de Europa con los cuales tenía la ruta Ica-Arequipa-Cusco. Sin embargo, iban a extender la permanencia en Ica y Arequipa pues preferían evitar llevar sus turistas hasta el ombligo del mundo.


Hasta ese momento yo moría de impaciencia por preguntar si sabía algo de la situación en Puno. Apenas mencioné la Candelaria y Puno, el señor se deshizo en halagos, diciendo que 'Puno está lindo', a 5º de temperatura pero las calles llenas de danzantes practicando para la gran fiesta. Él por supuesto, había llegado directo a su hotel, pero dijo que no había problema de lluvias en el aeropuerto de Juliaca. Agregó que este año habría una sorpresa durante las fiestas pues habían decidido usar la música autóctona de Puno. Habló un poco más sobre Evo Morales y la controversia por el traje de la Diablada, diciendo que a Evo se le disculpa su ignorancia pues no tiene mayor instrucción. Habiendo sido únicamente dirigente cocalero, con las implicancias del caso, no hay razón para discutir sobre el origen de algo que pertenece a la región, más que a un solo país como es Bolivia o Perú. También mencionó la fiereza de las gentes del altiplano, descendientes de una casta de antiguos guerreros. Del modo en que le entendí, en la zona la amabilidad no es solo "buenas costumbres" sino método de sobrevivencia.


Mi última duda fue sobre la situación del aeropuerto en Cusco, pues los vuelos a Puno usualmente hacen escala ahí, pero dijo que en la ciudad el clima estaba normal y no había ningún problema.


Así transcurrió amenamente el recorrido esa mañana, hasta que finalmente llegué a mi destino mientras el señor del taxi continuó el suyo.