martes, 8 de abril de 2008

Qué hacer cuando la esposa del dueño es una histérica niña malcriada?

Un amigo me contaba que en repetidas ocasiones llegaba a su oficina la esposa de un compañero de trabajo a reclamar y discutir a viva voz sus problemas domésticos. Era vergonzoso para su compañero y molesto para los demás trabajadores. Los sucesos de hoy me hicieron recordar esa anécdota.

Preámbulo: Hace algunos años nuestro trato era amable sin ser íntimo. Yo la conocí casada o casándose. Siendo soltera trabajó de secretaria y en los primeros años de matrimonio apoyó a su esposo en las labores de su recién formada empresa. Años después, quizás durante la época de su último embarazo, sacó las garras. ¡Qué escándalos los que hacía en aquella época, que gritos!. Por aquél entonces tambien conocí su afición a las adivinas, a los rituales de purificación, etc. No me parecía tan mal en un comienzo, aún cuando conocí a su bruja y no me agradó. Como tampoco me agradó cuando aseguraba que el sobrino de su esposo robaba a la empresa, segura de que su sobrino era ladrón sólo porque se lo había dicho la bruja.

Convertida hoy en ama de casa, de sonrisa falsa y oscuras intenciones, bajó a la oficina a perder el tiempo sentada en la máquina(PC) de Ventas, como en ocasiones anteriores, con la diferencia que esta vez, colgó el sistema. Como intenté explicarle que no debió jugar con las opciones del programa se puso histérica, contenida conmigo no dudó en insultar a su esposo, quien estaba presente cuando colgó la máquina. Eso fue en la mañana. Lo mejor (o peor) ocurrió en la tarde.

Llegó nuevamente a sentarse, ahora en el escritorio del dueño y, tal como hacía cuando había peleado con su esposo, comenzó a inspeccionar el archivo de facturas. Después de unos minutos comenzó su rutina de niña malcriada: 'falta tal factura, donde está tal factura?' dijo en voz alta. No había nadie mas en la oficina en ese momento, pues era hora de preparar los despachos y se encontraban en almacen. Ocupada en otra cosa y conociendo su proceder no le di importancia, pero dispuesta a hacer sentir su "autoridad" vino hasta mi escritorio insistiendo en su pregunta...

Hay días que amanezco alegre, mas bien calmada, aun cuando no me distinga por mi buen caracter. Por fortuna hoy era uno de esos happy days en los que no me gasto discutiendo... demasiado. Revisé el sistema y encontré que la factura estaba en cobranza, por lo tanto, en otro archivo. Así le dije, "está en otro archivo" y ella dando la vuelta masculló "eso no podías responder!".

Fue entonces cuando supe que, segura de su juego, seguiría con lo mismo y no estaba dispuesta a seguirle el caprichito y así, tranquilamente, se lo dije: "yo no estoy aquí para satisfacer tu curiosidad". Entonces reaccionó con el mismo comportamiento de gata a la que le pisan la cola que vi aquella vez en su pupila, regresó furiosa, morada, echando chispas por los ojos y gritando.


¿Qué fue lo que dijo? No recuerdo bien todas las boberías que dijo pero de algún modo llegó a mencionar a mis primas, las medio-hermanas de sus pupilos, sus ayayeros, sus lacayos, acusándome de chatear con ellas. No me levanté de mi asiento a gritarle por pura pereza y con toda la calma que sus chillidos me dejaban le respondí de la manera más firme que se me ocurrió: "mi jefe no me ha dicho nada al respecto", de ahí en adelante dijo más boberías siendo el denominador común: "yo tambien tengo derechos!!!".


Esa es la historia. Entre Lalo y su pupila ya van tres escandeletes. Acostumbro pensar que las cosas ocurren por algo y así mejor ahora que después. Si me casara quizás mi marido iría a mi trabajo a reclamarme el diario o que no llego temprano a casa. No sería nada para entonces, tranquilamente pensaría cómo solucionar el problema o cómo conquistar mi soltería. Experiencia para ambas soluciones, me sobra.



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