miércoles, 1 de febrero de 2012

Ramses. Una fría estatua de piedra. (I)




-Aló.
-Aló. Kari? Es Magda, cariño, ¿cómo estás?
-Hola Magda. Bien, y tú que tal? ¿Qué cuentas?
-Te llamaba por la visita que te tengo pendiente. ¿Cuándo paso por tu oficina?
-Cuando quieras. Mañana estaría bien.
-Okidoki, voy mañana... Ah! Por cierto, a que no adivinas a quiénes vi ayer.
-Mmmmm... Pues no... ¿A quiénes?
-Vi a tus amigos del alma almorzando juntos, a Carlos y Renata.
-Así... ¿Cuándo... ayer? ¿Y los saludaste?
-Sí, ayer. No, apenas los vi pero no pude acercarme a saludar, sabes, tenía una prisa! Solo alcancé a ver que se les veía muy alegres, eran puro jajaja...
-Bueno, Renata siempre está de buen ánimo y Carlos... 
-¿Entonces ustedes aún se frecuentan? -interrumpió Magda -Ese muchacho, tiene historia...
-Sí, así es, a estas alturas todos tenemos historia. 
-Tienes razón. Bueno, querida, no te molesto más. Nos vemos mañana.
-Te espero mañana. Bye.


Karina apretó el botón de finalizar llamada y respiró hondo. Era inútil negarlo, un profundo resentimiento había anidado en su interior. Parecía tan lejano el día aquél en que se encontraba del otro lado de la historia.


Aquella tarde se encontró con Carlos y lo acompañó de compras a Polvos Rosados. Hacía poco habían terminado los trabajos en la casa de él y estaba buscando piezas para decorar su dormitorio. Se detuvieron a ver unos cuadros. Karina recordó la pintura que más le impresionó, un hermoso unicornio con un fondo verde en tono pastel. Carlos también lo miró y le dijo -Si fuera más joven quizás compraría ese, pero creo que ahora necesito otra cosa. -Ella estuvo de acuerdo. -Definitivamente, ese no es para ti -le dijo sonriendo. Caminaron un poco más y entonces se encontraron con aquél otro muchacho.


-¿Cómo es que se llamaba? -se preguntó Karina. 
-Oscar. Creo que falleció -se dijo a sí misma, mientras continuaba recuperando sus recuerdos. 


Oscar los miró asombrado, -Hola! -saludó con una amplia sonrisa. -Hola! -le respondieron ellos sin mayor comentario y siguieron cada cual su camino.


Carlos terminó sus compras y Karina decidió ir a la universidad. Una vez ahí encontró a un buen grupo de sus compañeros en un salón, pasando el tiempo, y se unió a ellos. Otros más fueron llegando y se situaban frente a las carpetas conversando entre todos. En eso, llegó Oscar haciendo un anuncio.


-Adivinen a quienes acabo de ver!


Karina permanecía sentada, oculta detrás de algunos chicos.


-¿A quién? -respondieron en coro varios.


Entonces Karina se inclinó a un lado y Oscar la vio.


-Ah! Ya regresaste.
-Sí, ya regresé -le dijo ella mirándolo fijamente.


Todos debieron entender a quién había visto Oscar, y quizás también con quién la habían visto. Después de todo, las suposiciones y los rumores ya debían de haber surgido mucho antes. Nadie insistió en querer saber más y Oscar se acercó nervioso a Karina y comenzó a conversar con ella sobre un tema que a ella poco le importaba.